La creatividad suele considerarse un proceso mental, pero la educación somática nos muestra que el cuerpo también juega un papel esencial en la generación de ideas. La teoría de la cognición incorporada sugiere que el movimiento, la postura y la percepción interna influyen en nuestra capacidad creativa.
Por otra parte, la neurociencia ha demostrado que la interocepción, es decir, la percepción de las sensaciones internas, mejora la conexión con la intuición y la creatividad. Métodos como Feldenkrais exploran el movimiento para flexibilizar tanto el cuerpo como la mente.
Aplicaciones prácticas
Exploración del movimiento: Variar los patrones de movimiento amplía las posibilidades creativas.
Conciencia corporal: Mayor percepción del cuerpo facilita conexiones novedosas.
Estados de fluidez creativa: Respiración y postura reguladas favorecen la inspiración.
Improvisación somática: Técnicas de exploración libre desbloquean rigideces mentales.
Si la creatividad es innovación y resolución de problemas, integrar la educación somática en su desarrollo puede potenciar nuestra capacidad de pensar y actuar de manera original.